jueves, noviembre 23, 2006

Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor.

Recuerdo la primera vez que leí aquello:
Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor.
El buen Traveler se afeitaba y luego andaba gritando aquello como si quisiera que no se le recordase por nada más. Y fue así. Más que cualquier otra frase, aquella se me quedó marcada en la cabeza. Era como si de pronto encontrara una de esas pequeñas respuestas de la vida en uno de esos libros que tiene la vida, pero no las respuestas.

Ha sido curioso como es que de un tiempo para acá la música se ha apropiado de gran parte de mi vida. Me refiero a esa música que tarareo, o que tengo en la cabeza y que asocio con algunas personas. La mayoría de las personas que conozco y que estimo tienen una canción asociada. Existen también las personas que tienen una canción pero es sólo por un extraño juego del destino que quiere que las recuerde; quzás algún día sean grandes, y el señor destino, siempre sabio, quiere que me acuerde bien para que pueda lamentarme en el futuro por no haberles hecho más caso.

Debería comer más música, así es como se puede crecer grande y fuerte, comiendo mucha música. No pueden faltar las sonatas, esas son de regla; uno que otro preludio para preparase para el plato fuerte: una deliciosa sinfonía magistralmente escrita. Claro que si no se peuden dar el lujo y el tiempo de prepararse su propia sinfonía (Se prepara con un poco de bebida, pan, queso, poca iluminación y un humor paciente. La lectura es opcional y al gusto.) Siempre queda el recurso de tomar un poco de esos exquisitos platillos orientales de Kanno, Uematsu o Mitsuda. Aunque un poco extraños, los platillos orientales se pueden disfrutar en cualquier momento. Tienen la gracia de ser tan amables al oído mientras se espera en una fila o bien mientras se intenta estudiar. Aunque después de un poco de tiempo queda siempre ganas de más.

Tengo hambre de música, así que me despido; soy de los que necesitan siempre notas en abundancia. Espero la recomendación les sea grata.

Saludos.

2 dementes:

Dios Dios dijo...

No hay nada como estar haciendo fila en oficinas gubernamentales con un poco de música.

Ves hacia adelante y hacia atrás y notas cómo la gente es totalmente miserable; los ojos cansados, la postura floja y las manos temblorosas de asco y repudio hacia el que atiende la fila. De pronto te pones a autoexaminarte, como parte de la fila, y te das cuenta de que no perteneces a ella... estás sonriendo, quizá bailando y tu felicidad es por mucho mayor a la de los demás: estás oyendo música.

Anónimo dijo...

heey, dijiste cosas que a mi también me pasan por la cabeza y por algún lugar del cuerpo.
Justamente llegué acá porque hace unos días terminé de leer rayuelaaa, y el capitulo 46 estaba marcado para acordarme la página donde estaba guardada tan GROSA oración. La verdad que a mi también me quedó dando vueltass. Es buenísima. Entonces vine a internet a buscarla...a ver si se sabía un poco más de ella. jajaj o..simplemente a ver si estaba. No sé porque la escrbí en google. La cosa es que aparecí acá y me leí todo el post.
En fin...capaz todo esto lo borro o capaz apreto enviar y listo. Aunque no se como funcionan estas cosas...creo q tengo q estar logueada o como se diga.

Bueno, basta.

Salud!

poli.Gis